Cada vez prescindo más de la rectitud en el corte en favor de "otras cosas".
Me gusta excitar al jamón, acariciarlo con el cuchillo y que nos invada su aroma, ese aroma que nos emociona.
Me gusta romper sus fibras, buscar el máximo sabor en boca.
Me gusta cortar a la contra, crear una textura nueva.
Me gusta volverme loco, perder la cabeza, y como un torero cuando torea, cortar despacito, con la muñeca y la cadera.